¡Hola!, ¿cómo estás?

Hace tiempo que no nos vemos

Tan solo quería decirte que me acuerdo mucho de ti y de nuestro penúltimo abrazo. No sé por qué, pero tengo esa imagen grabada. Quizá me estoy aferrando demasiado a ese recuerdo, pero es lo que me da fuerzas para seguir creyendo que pronto saldremos de esta, y de nuestras casas también. Que pisaremos la calle y la convertiremos en un lugar de reencuentros. Y que allí, justo donde nos dimos aquel abrazo, nos volveremos a dar el primero. Me muero de ganas de volver a verte amiga mía.

Quisiera saber cómo estás, cómo te sientes. Supongo que esta situación nos viene grande a todos y que las emociones suben y bajan como las agujas del reloj dando antes varias vueltas. Yo ya estoy cansada, y algo mareada.

Lo bueno es que estos últimos días el sol ha entrado por mi ventana y a veces jugamos, solo cuando estoy de buen humor. Me persigue por las paredes de mi casa y juntos proyectamos sombras y hacemos figuras con los dedos de las manos. Sin embargo, cuando están a punto de entrelazarse pienso que eres tú y cuando por fin consiguen unirse, me enfado de nuevo. Te echo de menos.

Aunque para ser del todo sinceras, lo que peor llevo son las noches, sobre todo los viernes y los sábados. Esos días me revientan. No puedo evitar imaginarnos a ti y a mi empezando la ruta en nuestro bar de siempre, contándonos lo dura que ha sido la semana en el trabajo, preguntándonos si sería buena idea mandarles un mensaje a los chicos que conocimos aquel día y, finalmente, preferir pedirnos otras dos cañas en el siguiente bar. Y brindar por nosotras.

En fin, el tiempo sigue su curso y a veces se me olvida en qué día vivo, pero estoy segura de que cuando llegue el primer viernes o sábado de libertad seremos conscientes de qué días es.

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