La espera

Una vez imaginé que sentada en mi balcón
no me cubriría el polvo como un manto,
sino que los gorriones anidarían en mi cabeza.
Y el tiempo me daría la razón
en que quien sabe esperar,
espera.
Que la vida es lenta y severa
pero hay que ser paciente
porque todo,
absolutamente todo,
llega.