He decidido escribirte, mantenerte vivo, presente entre palabras.
He empezado esta libreta que un día me regalaste para llenar de tinta el vacío que dejaste tras tu marcha, para dibujar todos los lugares que nunca visitaremos juntos, para contarte lo que te has estado perdiendo.
Prometí escribirte casi a diario, sin la intención de que algún día leyeras estas palabras, las cuales una vez escritas son tan tuyas como mías.
Pero, he de confesarte que, he dejado de hacerlo. Ya no escribo sobre nuestro futuro imaginario y supuesto.
Y lo he hecho por miedo a fundir las hojas de esta libreta arrugada por el paso del tiempo y el peso de mis lágrimas. Supongo, que lo mejor era dejar nuestra historia abierta a la espera de algún nuevo capítulo que escribir.