la revolución

La revolución

Llegados al punto en el que las frases motivadoras que leemos en los libros y en Internet dejan sobre nosotros un efímero halo de motivación, así como las conversaciones estimulantes entre amigos y familiares acerca del papel que debemos desempeñar para mejorar un poco este mundo y sentirnos realizados con nosotros mismos, me uno al gran montón de los que ‘no sabemos qué hacer con nuestra vida’.

Creímos que nunca dejaríamos la Universidad, que las noches en vela entre libros y cafés eran tan eternas como deprimentes, que el ir a clase se trataba de una obligación para sanar nuestras conciencias, que aprobar los exámenes era sinónimo de disfrutar del verano. Creímos que independizarnos y vivir con nuestros amigos nos daría libertad y autonomía, aunque el congelador estuviera abarrotado de los tuppers de nuestras madres.

Creímos, ingenuos de nosotros, que la delgada línea entre el querer y el deber se medía en trabajos atrasados, que el fin del mundo llegaría en pleno enero y que nuestras apretadas agendas llenas de exámenes servían para recordarnos todos esos viajes y festivales que tuvimos que aplazar.

Nos creímos todas esas historias durante largos años, ahogando nuestras penas en reuniones con amigos, en las nuevas temporadas de nuestras series favoritas, en planes improvisados a las 10 de la noche, en rutas gastronómicas por la ciudad. Llegamos a creer en más de una ocasión tener superpoderes cuando veíamos un aprobado sin haber estudiado o cuando nos levantábamos de la cama para ir a clase después de una noche de jarana.

Creímos que todo era posible, que daríamos la talla, que seríamos alguien. Creímos que todos estos años no serían en vano, que tendríamos nuestro título bajo el brazo y nuestros padres se sentirían orgullosos. Y así ha sido. Pero ahora que todo ha acabado, que hemos salido victoriosos de nuestras duras batallas, tan solo nos queda poner algo de cordura a este amasijo de información que ya creemos haber olvidado.

-¿Y ahora qué?

Ahora, aunque pensamos que ya había acabado todo, llega el momento de enfrentarse al mundo real, al miedo de no estar lo ‘suficientemente preparados’, a las entrevistas de trabajo que, en la mayoría de los casos, no salen como pensábamos. Pero aunque no lo sepamos ver, los rechazos y los miedos también forman parte de nuestro currículum. Nos hacen reflexionar, enfocar nuestro objetivo y ver a todos aquellos profesionales como personas que, no hace mucho, también se encontraban en nuestra situación.

No son frases motivadoras lo que necesitamos, o conversaciones que nos salven momentáneamente de la incertidumbre, son horas de trabajo y empeño por perseguir lo que un día de pequeños soñamos con llegar a ser.

Queridos estudiantes, bienvenidos al mundo laboral.