Sé que te has ido, como también sé que no te veré en días y semanas que sumadas darán como resultado a todos esos meses sin ti, sin tus tonterías que despiertan mi risa floja, sin esa carita de no haber roto nunca un plato, sin tus abrazos que me recomponen de dentro hacia afuera y viceversa unas cien veces por segundo, esos abrazos que tanto alargamos en el tiempo con los ojos cerrados. Como los voy a echar de menos.
Soy, por tanto, incapaz de hacer cálculos de todos los momentos que vivimos a diario, de esas lecciones de las que tanto he aprendido, de nuestros paseos nocturnos en los que encerrábamos secretos que creíamos inconfesables. Soy incapaz de contar el número de veces que, involuntariamente, pero de tan acertada manera, me rescatas una y otra vez de los peligros que siempre acechan. Soy incapaz de poner medida a lo que nos une, a la seguridad que me transmites o a los malditos kilómetros que ahora nos separan. Ambos sabemos que lo mío nunca han sido los números y menos aún cuando se trata de sumar distancias, pero si hay algo que me has enseñado es a multiplicar desmesuradamente las cosas buenas de la vida; a vivir sin límites, pero con cabeza; a traspasar fronteras, pero con precaución; a fijar objetivos, pero sobre todo a conseguirlos.
Es por ello que he decidido seguir practicando, he decidido seguir sumando y multiplicando más a menudo, aún no sé con qué objetivo, pero quizá algún día, cuando decida echar la vista atrás, pueda ver en el cuaderno más sumas que restas. Estoy segura de que cuando vuelvas rellenarás los huecos que me faltan por resolver porque tu cuadriculada mente siempre da con la solución exacta. Esa es una de las cosas que más me gusta de ti, que eres capaz de transformar los signos y que, aunque la ciencia lo confirme, tú me enseñaste primero que negativo por negativo siempre dará positivo.
Así es como operamos, esa es la manera en la que hemos decidido vivir. Ahora que te has marchado, lo único que me tranquiliza es saber que, vayas a donde vayas, hallarás la solución a todos los problemas que el tiempo ponga en tu camino. Es una técnica de ensayo y error, pero con lo que nadie cuenta es que tú ya llevas la lección más que aprendida. Mientras tanto, yo seguiré aquí, practicando, contando las horas y sumando los días para retomar las operaciones por donde las dejamos. Te prometo que intento hacer bien las cuentas para que todo cuadre, pero las ganas que tengo de abrazarte me pierden y me hacen empezar de cero.
Cuánto más lo leo, más me gusta.
Me lo guardo ?
¡Eres increíble, amiga!
¡Muchísimas gracias! No sabes la ilusión que me hace leer tu comentario. Te echo de menos…