tic-tac

Tic – tac

“A las 17:00 en punto empiezo a estudiar. El lunes empiezo la dieta. A primeros de mes empiezo el gym…” Empezar, empezar y empezar. Nos encanta organizarnos, dibujar esquemas mentales, cuadrar horarios. Y es que, por mucho que digan, sin un mínimo de orden no se puede vivir. El caso es que, curiosamente, creemos ser muy disciplinados y tenerlo todo bajo control, pero en realidad lo único que hacemos es posponer, posponer y posponer.

No queremos darnos cuenta de que esa hora en punto, ese principio de semana o de mes es solo una excusa para alargar el tiempo, estirarlo a más no poder. Y, por suerte o por desgracia, el tiempo no es un chicle que podamos adaptar a nuestro antojo. Así que, ¿por qué no aprovecharlo?

¿Tenemos que hacer algo? – Hagámoslo.

¿Queremos hacer algo? – Intentémoslo.

No existe una hora en concreto, ni un día especial en el que si comenzamos una tarea ésta saldrá mejor. Bobadas. Pensándolo fríamente, el reloj y el calendario son dos creaciones que nos hacen ser esclavos del tiempo. Muchas veces intentamos controlarlo, pero en la mayoría de los casos resulta casi imposible. Es entonces cuando vienen los ataques de pánico, los ‘que tarde se ha hecho’ o los ‘cinco minutitos más…’ antes de levantarnos de la cama. Y esto son dolores menores porque conforme vamos cumpliendo años y años, llega un punto en el que nadie se explica cuándo perdimos la carrera contra el tiempo. En ese momento nos gustaría guardarlo en una esfera de cristal y atarlo con una correa fuertemente en nuestra muñeca. Ahí, bien apretado, para que de vez en cuando podamos echar una ojeada y tener contados hasta los segundos que van pasando.

Volviendo a la idea principal… corramos. No para hacerle la revancha al tiempo ni porque tengamos prisa. Corramos para mantenernos despiertos, para dar vida a nuestras ilusiones y alcanzar nuestros objetivos. Corramos. No paremos ni para tomar impulso. Corramos para no dormirnos, para aprovechar las horas de luz y disfrutar las horas de noche. Corramos para ser los primeros en abrir los ojos cada mañana y mantenerlos abiertos para contemplar las estrellas.

Corramos porque, con o sin nosotros, los días empiezan y acaban. Empiezan y acaban las horas en punto, los lunes y los principios de mes. Empieza y acaba todo, absolutamente todo. Y no tenemos tanto tiempo para esperar a que el reloj marque dos veces la misma hora, que pasen 7 días para que vuelva a ser lunes y 30 para darle la bienvenida al próximo mes. Siempre es un buen momento para fijarnos otra meta, cumplir otro objetivo. Pero claro… la cosa cambia cuando han pasado 365 días y empieza un nuevo año. Es entonces cuando ahora más que nunca empezamos a llenarnos de propósitos y nos autoconvencemos de que este será nuestro año.

Pero recordad, si llega el 3 de febrero y ya hemos dejado de ser constantes en el estudio o el trabajo, de hacer la dieta y de ir al gimnasio, no debemos esperar a que pase otro año para intentarlo de nuevo. En ese momento olvidémonos del reloj y del calendario y empecemos a correr más rápido. No hay tiempo que perder.