sin sufijos

Sin sufijos

Cuando me mires quiero que te pierdas, que te pierdas tanto que no puedas encontrarte.

Que no halles el camino de vuelta cuando tus dedos se deslicen por el perfil de mi cadera porque es ahí donde debes estar.

Cuando me mires no quiero que veas líneas rectas, sino curvas. Esas curvas donde pierdes el control, esas en las que el riesgo a estrellarte está asegurado.

Que me veas descansar, tumbada, al borde del precipicio. Donde el vértigo y la pasión se unen en un placentero sueño.

Cuando me mires quiero que respires tan rápido que pierdas el conocimiento e inhalarme sea el único remedio para despertar.

Que pierdas todos tus sentidos, incluso el del tiempo.

Cuando me mires quiero que me lo digas todo, que tus ojos sean tu boca y tu boca un pacto que jamás se deba romper.

Que desnudes tus miedos antes de desnudar los míos, con dulzura, con cuidado. Porque esos miedos de los que te hablo tienen más fuerza que mi valentía, pero no más que mi coraje.

Y cuando me mires, cuando lo hagas por última vez, quiero que me describas con palabras puras, infinitas, sin sufijos. Porque los adornos al final solo restan valor y verdad.