Intentamos respirar y nos ahogamos, volvimos a intentarlo y nos quedamos atrapados. Dejamos de hacerlo. Morimos.
Ojalá no hubiera sido así, ojalá haber podido respirar hondo y llenar nuestros pulmones de vida.
Habría sido bonito, nadar y sentirnos libres en el mar, conviviendo con los únicos seres por los que éste debe ser habitado. Ojalá no habernos ahogado en nuestra propia basura. Nos volvimos insensibles al permitir que el plástico cubriera nuestra piel. Perdimos el sentido del tacto y destituimos por completo nuestro sentido común. Y me pregunto, ¿qué es el ser humano si carece de sentido común?
Ojalá haber sembrado vida en los montes y habernos sentido minúsculos ante la grandeza de los árboles. Pero nos volvimos necios y ciegos. Y dejamos de sorprendernos por las flores que pintan los paisajes.
Ojalá no volver a equivocarnos.