cuentos chinos

Cuentos chinos

¿Suerte? No la conozco, pero todo el mundo habla de ella. ¿Qué es exactamente?,  ¿algún tipo de energía, un don tal vez? No tengo ni la menor idea, pero cuando la gente la menciona parece que saben de lo que hablan. Si algún día me la encontrara le diría algo así como:

– Oye, Suerte. Quisiera que me aclarases algunas cosas porque ando un poco perdida contigo. ¿Eres propiedad de unos pocos o no tienes dueño?, lo digo porque necesito saber si pertenezco a ese grupo reducido de “afortunados” o si me tengo que ir olvidando del tema. Otra cosa, ¿la gente te puede comprar con extraños amuletos como patas de conejos, tréboles de cuatro hojas o figuritas de elefantes que tengan la trompa hacia arriba? (se ve que lo de la trompa es importante), es por si ese gasto de dinero merece o no la pena. Sabemos que encontrar una buena pata de conejo no se consigue a cualquier precio.  Por cierto, ¿en qué fechas sueles aparecer?, porque es que nunca te veo venir. ¿Y cuando llegas es para quedarte para siempre o eres de las que aparecen de repente en tu vida y se van por donde vinieron?, tengo que decirte que no estoy dispuesta a sufrir de esa manera y prefiero que me adviertas. – Suerte, necesito respuestas.

Bueno, el caso es que esta tal suerte se lleva los méritos de todo y de todos. Si alguien consigue trabajo es porque ha tenido suerte; quien encuentra al amor de su vida, ha tenido suerte; el que coge un billete que se ha encontrado en el suelo, ha tenido suerte; al que le toca la lotería, ha tenido suerte. Perdonadme, pero eso no es suerte. Es estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Que es aún más difícil que conseguir una buena pata de conejo.

La vida son pasos, momentos, decisiones. Tan solo se necesita un poco de optimismo y de paciencia para que todo cuadre. Y esto no es ninguna receta secreta para tener suerte en la vida porque, básicamente, la suerte no existe. Así que me parece a mí que mis preguntas no van a tener respuesta. No por ahora.

Hay quien de veras cree firmemente en su existencia. Hasta cuando alguien pisa una mierda por la calle se dice que trae buena suerte. No, queridos, no. Lo que pasa es que no hay nada peor que ir caminando y pisar una mierda. La única solución, (además de limpiarte, claro) es consolarte y pensar que después de un hecho tan trágico solo pueden sucedernos cosas buenas.

Me niego a creer que todo lo que nos pase sea producto de la buena o mala suerte. NO. ¿Es que acaso no somos nosotros los que nos esforzamos en que las cosas nos salgan lo mejor posible? Lo bueno llega para quien sabe esperar. Para aquellas personas inteligentes, agradecidas y bondadosas que miran a su alrededor con los ojos bien abiertos. A ese tipo de personas no se les escapa detalle, exprimen lo que tienen, saborean los momentos y disfrutan de cada lugar.

Así que, si eres una de esas ‘afortunadas’ personas que se alegra al entrar en casa y ver su plato de comida preferida encima de la mesa, que observa con asombro una fotografía, que se emociona con una canción, que se frota los ojos cada vez que viaja, que se sonroja con una mirada cómplice, que se sumerge en la trama de una película o que cierra los ojos al respirar; enhorabuena. Creo que ya no necesitamos que la suerte nos responda a esas preguntas.